
Mi pequeño monstruo eres tú.
Métete en mis cobijas y estremece mis sentidos, te esperaré desnuda entre las sabanas para que recorras mi cuerpo con tus garras.
Enchina mi espalda con tu aliento, desborda de caricias mi cintura y siente con mis piernas se retuercen en tu garganta.
Mi cuerpo envuelve tu ser bajando hasta tus caderas, revolviendo con mi lengua tus suspiros y latidos.
Reconoce en mí el monstruo desenbocado que despertaste cuando te conocí.
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